Autismo en las escuelas

Ellos comprenden distinto al resto de los niños de su edad y carecen de contacto con el entorno. Se busca cada vez más la integración en la sociedad y ahora presentan un verdadero reto en las escuelas comunes.

Muchas personas entienden el autismo como una enfermedad, pero al parecer esta concepción no es la correcta. Las personas con autismo simplemente se diferencian por manejar las informaciones de otra manera, por pensar distinto. Hay casos en donde la persona autista tiene una deficiencia mental severa y hay otros en donde la persona viene ligado a una inteligencia superior, del mismo modo que ocurre en las personas que no lo padecen. Entonces el autismo viene siendo una condición de vida, como lo puede ser un zurdo o un ciego, o por lo menos así lo explica el belga Theo Peeters, uno de los mayores expertos en autismo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que puede haber 21 autistas por cada 10.000 niños, comparado con lo que se creía en 1988, cuando se hablaba de un niño con autismo por cada 10.000.

¿De dónde viene el autismo?

El autismo tiene un origen biológico, orgánico y también gran influencia genética y hereditaria. En las personas con autismo encontramos anomalías en múltiples partes del cerebro. Actualmente se descarta por completo que el autismo pueda tener influencia ambientales y psicológicas.

Primeras conductas en los primeros meses:

Como las causas concretas aun se desconocen, muchas madres durante los primeros años de vida de sus hijos no reconocen que presenta rasgos autistas, para saber detectar su condición a tiempo debe estar al tanto de ciertas conducta:

• Muestran pestañeos constantes ante la luz fuerte.
• Giran la cabeza cuando una persona está muy cerca de ellos.
• Mirada vacía o esquiva. Pero fija sus ojos cuando está viendo televisión.
• Se manifiesta muy interesado en la música.
• Ignora la voz materna.
• Reacciona con miedo o indiferencia ante ciertos ruidos.
• Crea sonidos o se siente muy atraído hacia objetos que emiten sonidos.

Conducta cuando ya no son infantes:

• Dificultad para la comprensión social.
• Problemas relativos a la comunicación y el lenguaje.
• Imaginación diferente.
• Repiten constantemente frases o palabras que otras personas mencionan.
• Interrumpen cuando quieren hablar.
• Muestra demasiado apego a ciertos objetos o formas.

El principal obstáculo es que la sociedad parece no estar preparada para tratar a estas personas. Se conoce poco sobre el tema y quizás por eso es que se hace tan difícil entenderlos. Pero es justamente eso lo que se pretende hoy en día. Se le demanda que sea la sociedad quien se adapte al autismo y no al contrario, para así incrementar la calidad de vida de estas personas. Ahora las escuelas regulares deben contar con al menos un integrante con autismo, y esto supone un avance, pero a la vez se vuelve un tropiezo cuando el personal docente no se encuentra preparado para integrar y enseñar a autistas. 

La etapa escolar es muy importante para el desarrollo del niño autista. Se busca que el niño participe, interactúe y aprenda con la ayuda de sus compañeros y docentes. De este compartir surgen muchos beneficios que posteriormente estimulan a la comunicación, el juego, las habilidades de aprendizaje y le hace crear un sentimiento de pertenencia social y familiar. Los modelos de aprendizaje deben estar previamente diseñados, y los padres deben saber elegir el mejor ambiente para su hijo. 

Antes de recomendar distintas técnicas de aprendizaje es importante recordar que el autismo presenta distintos niveles, que varían según su nivel de inteligencia que pueden ser nivel alto, en donde su forma de relación está orientada a sus necesidades y presentan actitudes obsesivas; el nivel medio que su forma de relación es limitada y no mantienen una interacción espontánea y por último el nivel bajo en donde su interacción es mínima y se mantiene indiferente y aislado, y dependiendo del mismo se debe elegir en que entorno debe desarrollarse su aprendizaje. 

Técnicas de aprendizaje:

• Se recomienda que primero el niño haya pasado por un proceso de adaptación con otros niños con su misma condición para que pueda ir desarrollando un repertorio básico que incluye poderse mantener sentado, prestar atención y controlar su conducta. Posteriormente irse adaptando al nuevo ambiente.
• Imitación. Los niños deben emular el comportamiento del docente y deben utilizar la observación para lograrlo.
• Debe existir una alianza entre los docentes y los padres para que las estrategias educativas funcionen. Por ejemplo, las reglas de comportamiento que se implanten en la escuela deben también ser mantenidas en casa para que el niño no confunda las indicaciones.
• Las instrucciones deben darse solo después de haber asegurado la atención del niño, y las mismas deben ser muy claras, simples y consistentes.
• Acumulación de puntos. Es una buena táctica para motivarlo a alcanzar objetivos a medida que vaya respondiendo correctamente a las indicaciones del maestro.
• Premiación. También se puede motivar al niño con una recompensa al cumplir lo que le mandan a hacer. Las recompensas deben ser inmediatas para que los niños puedan comprender que están siendo recompensados por un logro alcanzado.
• Música y aromas. Las personas autistas aman escuchar música porque es una de las pocas informaciones que tocan directamente al cerebro y que son decodificadas, así que a través de la música es fácil digerir informaciones que se quieran dar.
• No se debe centrar la educación en eliminar conductas indeseables, sino por el contrario crear y potenciar otras habilidades alternativas.
• El espacio escolar debe estar acondicionada y bien estructurado. Organización de los espacios para que cada actividad se realice en un área distinta, con sistemas de estudios y cronogramas.
• Dejar que sea el niño quien elija los materiales con los que desea aprender. Una de las mayores dificultades que tienen que enfrentar los educadores de niños autistas es la ausencia de la motivación. Por este motivo es recomendable dejar que los niños guíen los materiales que más los estimulen.
• Motivarlo a que conteste lo que se le pregunta, en principio, sin importar que sea la respuesta correcta.